domingo, 30 de marzo de 2014

Lagos Tekapo y Pukaki y Parque Nacional Aoraki / Mt Cook

Dejamos atrás Christchurch para poner rumbo al lago Tekapo. Cada kilómetro era como atravesar un cuadro de un pintor naturalista. 











Llegamos y encontramos uno de los numerosos sitios que hay en NZ para dormir gratis en furgo o caravana. A orillas del lago, disfrutamos de otro espectacular atardecer antes de cenar y echarnos a dormir. Eso sí, pudimos apreciar uno de los cielos más estrellados y alucinantes de nuestras vidas. 






Amanecimos con buenas vistas a 'nuestro jardín'...





...y continuamos nuestra travesía hasta el lago Pukaki, mucho más espectacular que el anterior y con vistas a los Alpes Neozelandeses, en los que se encuentra el Parque Nacional Aoraki/Mt Cook, que era nuestro destino del día.



Al llegar al centro neurálgico del Parque, nos encontramos con un centro de información que nos dejó un tanto ojipláticos. (¡Aquí hay dinero, señores!)



Cerca de ahí, comenzamos una caminata muy sencilla por terrenos prácticamente llanos, de unas escasas tres horas, llamado Hooker Valley Track. Éste acaba en el lago terminal del glaciar Hooker, un fresquito y precioso lugar que, tristemente está viendo recortada su longitud glaciar de manera aplastante por culpa del calentamiento global.










Después rematamos el día visitando los Blue Lakes, o lo que se supone que fueron preciosos lagos azules de aguas turquesas alimentados por el Glaciar Tasman. Y es que, también por culpa del calentamiento global, el agua del glaciar ya no fluye hasta los lagos, por lo que ya sólo se alimentan de agua de lluvia. Por ello, albergan algas verdes y han adquirido dichos tonos verdosos.


Tras una ducha caliente de las que marcan época (de 5 minutos por 2 NZ$ en un centro turístico), pusimos rumbo al sur.

¡La región de los Fiordos esperaba!

★★★BESINES & BESICOS ★★★

sábado, 29 de marzo de 2014

¡Kia ora a Nueva Zelanda! ¡Bienvenidos a Aotearoa!

Llamada primero Staaten Land y más tarde Nova Zeelandia por los neerlandeses (en honor a una provincia holandesa), acabó acuñándose el nombre New Zealand por los ingleses. Pese a todo, los primeros en llegar y ponerle nombre, fueron los maoríes. La llamaron AOTEAROA (la tierra de la gran nube blanca). ¿Por qué sería? 



Llegamos con la incertidumbre de si Nueva Zelanda conseguiría asombrarnos tanto como su país vecino, pero es que nuestra ignorancia al respecto era tremenda.

Es verdad que uno siempre tiene una imagen preconcebida de cada país, más o (casi siempre) menos acertada, pero cuando pensábamos en NZ como un paraíso natural, nos quedábamos cortísimos.

Comenzamos el periplo kiwi (para los que no lo sepan, kiwi es una fruta, un ave endémico del país y como se les conoce cariñosamente a los neozelandeses y, por ende, a todo lo neozelandés) en Christchurch, la ciudad más importante de la isla sur (NZ se divide principalmente en islas norte y sur) y de las más importantes del país.

Adquirió, tristemente, cierta fama internacional tras dos fuertes terremotos en tres meses (el primero sin víctimas y el segundo con casi doscientas), entre 2010 y 2011, que dejaron la ciudad hecha un auténtico polvorín. A veces parece el escenario de una película de zombis.












Tras más de tres años de tal tragedia, la ciudad todavía intenta recomponerse. El centro está lleno de solares vacíos (tras haber sido limpiados), otros con escombros o edificios en pie esperando a ser derribados. La ciudad lucha por recuperar una cierta normalidad, pero es demasiado grande la devastación que sufrieron.

Aun así, descubrimos montones de rincones con un encanto especial que les diferenciaba desde el minuto uno de lo monótonas que a veces resultaban las ciudades australianas. Estaban renaciendo y reinventándose con una magia especial. 


















Tras alguna jornada de ponernos al día con lavadoras, avanzar en el blog, organizar nuestro itinerario kiwi y recoger nuestra furgo (casa y coche durante las siguientes semanas), nos pusimos en camino hacia Akaroa y la península de Banks, a escasa hora y media de Christchurch.

Fue una genial entrada en la Nueva Zelanda que esperábamos ver. Colinas verdes imponentes, valles profundísimos y llenos de ovejas por doquier. Y además, bañados por agua. Aquello sí que empezaba a ser NZ.







Para rematar, Akaroa, un pueblo con orígenes y orgullo franceses, ponía la guinda en medio del pastel. Allí dormimos y allí despertamos.




















Recorrimos algunas de sus playas (el tiempo ya era otoñal) y algunas de sus carreteras de montaña y volvimos a Christchurch. ¿Otra vez? Sí, nos faltaba algo muy importante. UN PARTIDO DE RUGBY.

Aprovechando que nos coincidían las fechas, asistimos a un partido de los Crusaders de Christchurch contra los Hurricanes de Wellington. Un partido de la liga SuperRugby que juegan cinco equipos neozelandeses, cinco australianos y cinco sudafricanos. Fue una experiencia única y todo un derbi entre kiwis, que encima acabó ganando el equipo visitante, pese a tratarse de los Crusaders, el equipo más laureado de la historia de la liga.

Como curiosidad, se jugó en su actual, provisional y asombroso estadio de gradas supletorias y 18.600 asientos, ya que el imponente AMI Stadium de 38.600 todavía se encuentra en proceso de rehabilitación tras el terremoto.










Tras el partido, cumplimos con la tradición y nos dirigimos a disfrutar del tercer tiempo entre risas y en compañía de mi paisano charro Javi, a una taberna llena de aficionados borrachos e inofensivos.


Habíamos cumplido con todo. Tocaba alejarnos de la ciudad.

★★★ Besines y besicos ★★★